La Cúspide del Tedio desde 2011®

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domingo, 22 de enero de 2012

le manejo lo que hay, mi lic.




El otro día un comentario de Perla, una conocida de facebook, me puso a pensar. El comentario (no alcancé a copiarlo o compartirlo)decía más o menos lo siguiente: Dejemos a los que se quieran ir de nuestra vida que se vayan, dejemos a los que quieran entrar que entren, (yo añadiría, dejemos que entren todos los que gusten, entre más mejor), pero los que estan indecisos, que no quieren entrar ni salir de nuestras vidas, que se quiten de la puerta porque estorban. Más o menos así eran las frases. las cuales me gustaron y como ya dije, me pusieron a pensar. 

Eso de las relaciones humanas es bastante complejo y a veces da fuertes dolores de cabeza, muchos de nosotros en algún momento de nuestras vidas nos hemos aferrado a alguna persona a pesar de que ésta da señales evidentes de insatisfacción o de que ya no está a gusto con nosotros, y ahí estamos, duro y dale, insistiendo y tratando de estar con esa persona aunque todo se este hundiendo, por miedo a estar solos, a no ser amados, a no recibir gratificaciones de distíntos tipos que alguna vez recibimos, etcétera, etcétera. Cuántas veces nos hemos empecinado en continuar al lado de una pareja o un grupo de amigos que nos traen más mal que bien, cuántas veces hemos derrochado cantidades enormes de energía por ir detrás de una o varias personas con las cuales nomas no hay click y todo sale mal, todo por conseguir un ideal. Estamos tan obsesionados con nuestra búsqueda que empezamos a olvidar a los que están alrededor y no aprovechamos a los que siempre han estado ahí, a los que por una ú otra causa sí comparten vida y circunstancias con nosotros, aunque parezca trillado, empezamos a ignorar lo evidente.

Las palabras de Perla echaron mi mente a pensar y llegué a la conclusión (que otros espirítus más libres e inteligentes que yo aplican casí todo el tiempo) de que es conveniente tratar de conocer, relacionarse, interactuar e intimar con el mayor número de personas posibles, ya sean familiares, conocidos, amigos, amantes, parejas o que se yo. Sólo así aprenderás, solo así recibirás amistad, ayuda, consideración, alegría, amor. No digo que el proceso sea fácil o un campo lleno de orquídeas, te llevarás tus raspones, tus golpes, tus caídas, pero así es la vida. Para conocerte a tí mismo también tienes que conocer a los demás, a tus semejantes, a tus iguales.

En este mundo hay de todo. Conozco a personas muy cerradas que no confían en nada ni en nadie, que tienen un miedo tremendo a perder lo que tienen o a que los lastimen y van por la vida con uno o dos amigos y con su pequeño núcleo y es muy difícil que alguien nuevo entre significativamente a sus vidas, personas que no contestan una llamada telefónica si no conocen al que llama, que no saludan en la calle, que son incapaces de hablar con un extraño, que no hacen nuevos amigos en la red (al fin y al cabo, los que están al otro lado de la pantalla son personas como tu, chingao!), conozco familias enteras que sólo conviven entre ellos, encerrados en sus mansiones de tabique y concreto, con alambre de púas en las bardas por su miedo a que los asalten, pero también por su miedo a lo distinto, a lo diferente, a lo que no es como ellos, por miedo a perder lo poco que tienen. (Y tú, ¿a cuántos vecinos les hablas?)
Gente que va por la vida sin mezclarse, allá ellos.

También conozco o he conocido al extremo contrario, personas que van por la vida compartiendo generación y vida a manos llenas, personas extremadamente sociables que intiman y se entregan con naturalidad, esas personas son las que dejan huella. No los ojetes. Este tipo de personas dan y buscan amistad, camaradería, humor, compañia, ayuda, amor (en ocasiones filial, carnal o pasional, dependiendo del caso -a veces los tres tipos juntos, ja!-) Estas personas son las que valen la pena y sobra decir que yo quiero y trato de pertenecer a ellas. Yo he conocido y conozco actualmente a algunas de estas personas tan valiosas y me alegro que existan y que estén cerca.

Cabe decir que hay excepciones y que hay ciertas personas que si debemos mantener lejos de nuestras vidas, por el daño que hubo o puede haber debido a la interacción con ellas, por lo no conveniente de la relación, por el daño que podemos hacernos a nosotros mismos si estamos cerca de esas personas, afortunadamente, son las menos. También está el caso cuando una persona genuinamente no le interesa pasar tiempo con nosotros, no por miedo o por pedantería, simplemente por falta de interés, está en todo su derecho, y ahí sí, ni hablar.

En fín, valora a tus familiares, dile a tus viejos que los quieres por que no te van a durar toda la vida, dile a todos a tu alrededor que estás contento(a) de verlos, ama a tu pareja o vé en busca de una, da lo mejor de ti a tus amigos y conocidos, llama a alguién de vez en cuando sólo por saludar, empieza una conversación con un extraño, dile a esa mujer que esta preciosa. Ve al encuentro con tus semejantes, y si te hacen algún mal o te rechazan, ignóralos, olvidalos, sepultalos, o como se dice más coloquialmente, mándalos mucho a la chingada.

Que no te afecten.

(foto: tokyoundressed.blogspot.com)