Volver
Permíteme una madrugada extraña,
y parecer nuevamente normal.
Permíteme una mañana hijo,
y compartir mi hombría vulnerable como niño.
Permíteme una comida mamá,
y devorar las riquezas y pobrezas.
Permíteme una tarde hermano,
y protegerte de los enemigos.
Permíteme una cena papá,
y descansar en tu hombro mis penas.
Permíteme un atardecer amigo,
y fortalecernos con los logros añorados.
Permíteme una noche amor,
para volver a sentirnos vivos.
Permíteme una vida,
para no cansarme de repartirla.
Carlos Sánchez Dionicio