Soy el resultado de innumerables factores. Y aunque definirse o etiquetarse
es limitarse bastante, soy una especie de agnóstico-humanista-laico-escéptico-racionalista y lo que se acumule esta semana. Simpatizo con algunos conceptos del budismo pero no con todos. De la tradición judeo-cristiana mejor ni hablamos. Ni como ayudarles, si quieres saber mi opinion acerca de esto, lee aqui: http://elaborarunaflordesdelanada.blogspot.com/2011/10/mi-rant-definitivo-contra-dios.html. Pero ese no es el motivo principal de este post. De lo que quiero hacer mención es del enorme, tremendo poema que es Prehistoria de Jose emilio Pacheco. Cuando me topé con el casí por accidente comprendí mucho acerca de nuestro proceso histórico, de nuestra herencia cultural, de nuestro lugar en el universo, de cuán grandes y pequeños somos al mismo tiempo. Tuve una visión mucho más amplia y clara acerca de cómo funcionan las supersticiones y el deseo de dominación del ser humano, de como tratamos de ocultar lo que no nos gusta y conviene, de como nos engañamos a nosotros mismos y como a veces somos más grandes que nuestros problemas. Con este poema comprendí un poco más acerca de mi propia humanidad y vislumbré todas aquellas personas, muchísimas, innumerables, que estuvieron antes que yo. Algo que solemos olvidar o ignoramos por completo.
Enjoy!
(Ya antes había posteado este poema, pero en tipografía pequeña y en un color no tan atrayente, aquí va como se debe)
Prehistoria
A la memoria de Jaime Sabines
1
En las paredes de esta cueva
pinto el venado
para adueñarme de su carne
para ser él
para que su fuerza y ligereza sean mías
y me vuelva el primero
entre los cazadores de la tribu.
En este santuario
divinizo las fuerzas que no comprendo.
Invento a Dios
a semejanza del Gran Padre que anhelo ser
con poder absoluto sobre la tribu.
En este ladrillo
trazo las letras iniciales
el alfabeto con que me apropio del mundo al simbolizarlo.
La T es la torre y desde allí gobierno y vigilo.
La M es el mar desconocido y temible.
Gracias a ti, alfabeto hecho por mi mano,
habrá un solo Dios: el mío.
Y no tolerará otras deidades.
Una sola verdad: la mía.
Y quien se oponga a ella recibirá su castigo.
Habrá jerarquías, memoria, ley:
mi ley, la ley del más fuerte
para que dure por siempre mi poder sobre el mundo.
2
Al contemplar por primera vez la noche
me pregunté: ¿será eterna?
Quise indagar la razón del sol, la inconstante
movilidad de la luna,
la misteriosa armada de estrellas
que navegan sin desplomarse.
Enseguida pensé que Dios es dos:
la luna y el sol, la tierra y el mar, el aire y el fuego,
O es dos en uno:
la lluvia / la planta, el relámpago / el trueno.
¿De dónde viene la lumbre del fuego?
¿La produce el estruendo? ¿O es la llama
la que suena al desgarrar el espacio?
(como la grieta al muro antes de caer
por los espasmos del planeta siempre en trance de hacerse).
¿Dios es el bien porque regala la lluvia?
¿Dios es el mal por ser la piedra que mata?
¿Dios es el agua que cuando falta aniquila
y cuando crece nos arrastra y ahoga?
A la parte de mi que me da miedo
la llamaré Demonio.
¿O es el doble de Dios, su inmensa sombra?
Porque sin el dolor y sin el mal
no existirían el bien y el placer
del mismo modo que para la luz
son necesarias las tinieblas.
Nunca jamás encontraré la respuesta.
No tengo tiempo. Me perdí en el tiempo.
Se acabó el que me dieron.
3
Ustedes, los que escudriñen nuestra basura
y desentierren puntas
de pedernal, collares de barro
o lajas afiladas para crear muerte;
figuras de mujeres en que intentamos
celebrar el misterio del placer
y la fertilidad que nos permite seguir aquí contra todo
-enigma absoluto
para nuestra cerebro si apenas está urdiendo el lenguaje-
lo llamarán mamut.
Pero nosotros en cambio
jamás decimos su nombre
tan venerado es por la horda que somos.
El lobo nos enseño a cazar en manada.
Nos dividimos el trabajo. Aprendimos:
la carne se come, la sangre fresca se bebe,
como fermento de uva.
Con su piel nos cubrimos.
Sus filosos colmillos se hacen lanzas
para triunfar en la guerra.
Con los huesos forjamos
insignias que señalan nuestro alto rango.
Así pues, hemos vencido al coloso.
Escuchen cómo suena nuestro grito de triunfo.
Qué lástima.
Ya se acabaron los gigantes.
Nunca habrá otro mamut sobre la tierra.
4
Mujer, no eres como yo
pero me haces falta.
Sin ti sería una cabeza sin tronco
o un tronco sin cabeza. No un árbol
sino una piedra rodante.
Y como representas la mitad que no tengo
y te envidio el poder de construir la vida en tu cuerpo,
diré: nació de mi, fue un desprendimiento:
debes quedar atada por un cordón umbilical invisible.
Tu fuerza me da miedo.
Debo someterte
como a las fieras tan temidas de ayer.
Hoy, gracias a mi crueldad y mi astucia,
labran los campos, me transportan, me cuidan,
me dan su leche y hasta su piel y su carne.
Si no aceptas el yugo,
si queda como aún como rescoldo una chispa
de aquellos tiempos en que eras reina de todo,
voy a situarte entre los demonios que he creado
para definirte como el Mal cuando se interponga
en mi camino hacia el poder absoluto.
José Emilio Pacheco