en una hoguera, mi poema.
la noche sentada en la basura
se calienta los nudillos.
la luna es su diente flojo,
su perra mansa,
la luz triste del borracho;
te vi enloquecer por
mis palabras.
siento la culpa de los videntes,
te entregaste por un
poema que nació
en un burdel de la obrera
a las cinco sin clemencia,
bajo las aspas de un
ventilador lastimado,
junto a la foto del Papa-
abuelo de los católicos,
de boca de los ángeles
patriotas que me apuraron.
Caíste antes de comértelo a leídas...
ni mi rostro te sabías mucho
menos mi espíritu.
ya vivías a contraley, a moretones, a cinturonazos,
ya eras rebelde desde entonces
y cargabas tu libreta llena de rabia, de pedazos de tu
vida en el auto-exilio;
tenías enemigos que hoy encanecieron y se oxidaron con sus sermones.
tenías prisa en morirte de fiebre, en quitarte lo virgen de encima
y me inventaste para conocernos en la calle oscura...
en la hora prohibida.
José Cruz