Shujov se fue a dormir satisfecho de todo. Hoy ha tenido muchos golpes de suerte; no le han encerrado en el calabozo; no han enviado su brigada a la "Ciudad Socialista"; en la cena ha podido zamparse un tazón suplementario de Kasha; el jefe de brigada le ha valorado bien en su trabajo; ha levantado una pared y ha disfrutado haciéndolo; ha conseguido superar el registro sin que descubrieran el trozo de tierra; por la noche se ha ganado un favor de César, y ha comprado tabaco. Por último, no ha caído enfermo. Ha pasado un día feliz. Su condena consta de tres mil seiscientos días análogos al que acaba de terminar. Desde el primer tañido de raíl hasta el último tañido de raíl. Tres mil seiscientos cincuenta y tres días. Los tres suplementarios eran a causa de los años bisiestos.
Un día en la vida de Iván Denisovich
Aleksandr Solzhenitsyn
Aplique su propio sentido de auto-valía y niéguese a dejarse derrotar por sus propias actitudes. Ésos parecen ser los ingredientes básicos para la supervivencia, en los campos de prisioneros y, aunque de forma menos dura, en la vida cotidiana, dónde los barrotes de cárcel se los impone uno mismo en la mayoría de los casos.
Viva plenamente mientras habite este planeta; cuando lo abandone, dispondrá de toda una eternidad para entregarse a las experiencias que se le ofrezcan al otro lado de la vida.
Wayne W. Dyer
Pulling Your Own Strings