No mueres por mi,
mueres por aquel sexo perturbador,
mueres por lo que te muere, te desangra.
No mueres por mis besos,
mueres por aquellos labios carnosos,
por la saliva que empaña el cuerpo,
mueres por aquella succión que pretende robarte el alma.
No mueres por mi voz
mueres por aquel llamado ronco y varonil,
por aquellas palabras, por la vibración que sugiere perder el pudor,
mueres por aquella manipulación que te inventa y te destruye.
No mueres por mis manos,
mueres por aquella callosidad que recorre tu suave piel,
mueres por el reconocimiento de ese rincón que nadie más se atreve a someter.
No mueres por mis ojos,
mueres por aquella mirada que te hace obedecer,
mueres por aquella observación que desmonta tu furia más enloquecedora,
y la convierte en pasión de amante eterna.
No mueres por mis brazos,
mueres por la candente lucha de llegar a tu territorio,
por la interminable conquista, violenta acción y excitante fusión.
No mueres por mi,
mueres por el coito insaciable,
mueres por el caos, por el que me transformo cuando me muestras la quebrantable
frontera que existe entre tus fluidos y mi vida.
No mueres por mi,
mueres por aquel que deseas,
por el que no existe,
por el que te llena y te desgracia.
Si murieras por mi, murieras primero por ti,
como yo he muerto y vuelto a vivir cuando supe que volcaría mi cuerpo hasta ti...
Cómeme
Cómeme mis ojos, cómete mi mirada, cómete las ganas que tengo de mirarte, y las madrugadas.
Cómete mis labios, cómete mis besos, cómete mis palabras y las frases que riman y que no riman.
Cómete las mañanas que despierto pensando en ti, y las tardes que como pensando en ti, y las noches en vela.
Cómete las canciones y las malas palabras, los gestos y nuestra inmadurez.
Cómete nuestra indecisión y todos los atardeceres con los hombros juntos, y las calles que disfrutan de nosotros.
Cómeme ahora que tienes hambre de mi, por que a lo mejor mañana se te mueren las ganas de comerme.
Cómeme ahora que tengo que darte de comer, por que a lo mejor mañana no tengo qué ofrecerte.
Cómeme todo aunque no me dejes nada. En verdad, llévate todo. No me dejes nada por que al fin de todo te lo voy a dar a ti.
Carlos Sánchez Dionicio