"Si usted no quiere que un hombre haga determinada cosa, el mejor sistema consiste en inducirle a que hable de ella; porque cuanto más hablan los hombres, más probabilidades hay de que no hagan nada."
Carlyle
"Mil palabras no dejarán una impresión tan profunda como un hecho."
Ibsen
Últimamente algunas personas con las que trato y yo mismo hemos estado muy quejicas, hablando y hablando y lamentando acerca de lo difícil que es todo y de todas las barreras que tenemos que vencer, dejar atrás. Esto no es raro en mí, suelo tener una boca muy suelta y no pocas veces me he acarreado consecuencias negativas (por no decir desastrosas) debido a que soy un hocicón, un lengua suelta. También me he caracterizado hasta hace relativamente poco tiempo por quejarme de todo y de todos, muchas veces basado en juicios sin mucha reflexión o conocimiento de por medio, por fortuna, las quejas han bajado a causa de algunas lecturas, razonamientos y experiencias en la vida misma. A veces abuso y quiero arreglar todo con palabras, con conversaciones, con promesas, quiero analizar las situaciones, deconstruir la realidad, valorar los elementos que la componen y encontrar soluciones mediante sentencias infalibles. Y despues no hago nada, me quedo inmovilizado, igual que antes, y entonces postergo y empiezo a pensar, a hablar de nuevo. Se crea el círculo vicioso. Ad náuseam.
Hasta que me atrevo y actúo, hago cosas y ya. He ahí (otra vez) el quid del asunto. La razón, la lógica y el sentido común nos dicen acerca de la inutilidad de las quejas, de sentirse avasallado por la adversidad, de la ansiedad y el miedo, del darle demasiadas vueltas a un asunto, de la preocupación, etc. NO SIRVEN PARA NADA.
Y sin embargo nos seguimos quejando, sintiéndonos mal, preocupándonos, discutiendo hasta el infinito. Aquí lo importante es hacer las cosas que tengas que hacer, hacer cosas, sin dejar que te afecten, sin mortificarse por los resultados, y aquí no hay pretextos en los que digas que tus problemas son mas grandes que los míos, nada es más importante que otra cosa. Así seas el CEO de una gran compañia, director de escuela, padre de familia, lidies con gente difícil o lo que sea. Sólo se trata de hacer las cosas y no dejar que te afecten, puedes hacerlas bien o mal, puedes tener buenos o malos resultados, aún así tu sigues adelante con lo que es más importante: Tu bienestar. Sales entero, no hecho una mierda. Además tendrás muchas más probabilidades de éxito en tus empresas si te deshaces de los fardos, de los lastres que son el miedo, la ansiedad, la preocupación, las quejas, el darle demasiadas vueltas a un asunto, etc. Claro que no es fácil, es un constante trabajar todos los días y a cada momento, y tendrás tus tropezones, pero tambíen tus recompensas, es parte del proceso. En cuanto a hablar demasiado, no es malo en sí, solo se vuelve inconveniente cuando te inmovilizas, cuando no actúas debido a estar hablando y reflexionando de más, y sobre todo cuando debido a la sobreexposición de las ideas te empiezas a sentir mal, dejas que te afecten.
Recuerda que todo esto es mi simple y humilde opinión, lo último que quiero en la vida es sonar como un motivador, un predicador chafa (¿Acaso hay predicadores chingones?), solo soy una simple persona con un punto de vista. Nada de dogmas. No hay panaceas. No hay verdades irrevocables ni absolutas.
Simple days, simple actions.
Cierro este raro y mixto post con un enorme poema:
Al cabo
Al cabo, son muy pocas las palabras
que de verdad nos duelen, y muy pocas
las que consiguen alegrar el alma.
Y son también muy pocas las personas
que mueven nuestro corazón, y menos
aún las que lo mueven mucho tiempo.
Al cabo, son poquísimas las cosas
que de verdad importan en la vida:
poder querer a alguien, que nos quieran,
y no morir despues que nuestros hijos.
Amalia Bautista.
(La foto de Kirsten la puse por la simple y sencilla razón de que esta bien buena)
