La luz no muere sola:
Arrastra en su desastre
todo lo que ilumina.
Así el amor.
Eduardo Lizalde
Salir del cine
tras haber asesinado
en crimen perfecto a la miseria
y entre la multitud sentir
que todos los hombres son Charlot
y ver en todas las mujeres a Catherine Deneuve.
Jugar a que los ojos son tijeras,
recortar los negros edificios
contra el cobalto del cielo;
desinflarle las llantas a los Cadillacs
y esperar a su dueño enfurecido;
mientras deshojar poco a poco
un libro de Walt Whitman
sobre el río oscuro de la calle,
ver sus hojas danzar
con la basura del otoño;
arrebatar a músicos ciegos sus guitarras,
hacer con todas ellas una pira
y oír el concierto de cuerdas rotas y maderas.
Arrojar por fin en el hotel fortuito
nuestro ser fatigado de existencia,
y a punto de capitular los músculos y párpados,
amarte aún despues de la batalla
aunque mañana al despertar otra vez nos preguntemos
aquí estamos, Ciudad, para que diablos.
Vicente Quirarte