La Cúspide del Tedio desde 2011®
domingo, 6 de abril de 2014
la humanidad se celebra a sí misma
la humanidad se celebra
a sí misma
todos los días
sin saberlo,
en todo lo que hace.
Se celebra a sí misma
con cada acción, cada paso
cada tarea cotidiana,
cada angustia, cada deseo
y cada felicidad.
Sin saberlo se celebra
sin darse cuenta honra
el improbable hecho
de haber sucedido.
Cada hombre y cada mujer
en cada tarea y saber aprendido,
cuando van a casa en tren
sin pensar en el hecho de
que innumerables generaciones
trabajaron incansables
para que eso fuera posible,
o el inmenso camino
para usar la maravilla
del aparato de telefonía
y ver -ahora sí- en él el mundo,
ver sin darse cuenta
su existencia en el aparato reflejada.
La humanidad se celebra en sí misma
y también llora y canta
a veces ahogándose en el mar
de sus pequeñísimos y particulares
problemas
sin darse cuenta del milagro
de la propia existencia.
La humanidad construye y guarda
y se perpetúa a cada paso,
a cada lectura, a cada jornada
a cada baile con tu hija
a cada soledad y cada alegría
a cada puesta de un nuevo ladrillo,
a cada línea escrita,
-todo esto-
sin saberlo.
éste es el blog*
Éste es el blog. (Reflexiones de una Estudiante Budista)
Y ésta es la presentación que nunca hice
en este mismo blog.*
Pepa Castro, directora y editora de Yoga en Red
me pide un artículo de presentación de reflexiones
para su revista de yoga.
Y esto es lo que le doy:
Para qué me sirve el budismo en el mundo actual?
Para qué me sirve el budismo? Para aprender a conocer mi mente y a utilizarla, en mi propio beneficio y en el beneficio de los demás.
Y qué me enseña el budismo? Entre otras cosas, que fuera, buscando en las condiciones externas y cambiándolas una y otra vez, no voy a encontrar la felicidad estable y profunda que persigo.
Y que el egocentrismo que dirige mi vida
es la clave para la insatisfacción, la decepción y la frustración permanentes.
En lugar de ello, aprender a estimar a los demás
me conduce a la liberación de todo tipo de sufrimiento
y me proporciona las herramientas para ser útil
y vivir una vida con significado.
Qué vi en el budismo, cuando lo descubrí? Por qué me quedé ahí, explorándolo, investigándolo, practicándolo, integrándolo?
Cuando descubrí el budismo, automáticamente y casi desde el primer momento lo identifiqué, en mi experiencia personal, como "la mejor ciencia de comprensión de la mente que conozco".
Interesada en el conocimiento de la mente humana, desde mi adolescencia me había volcado de lleno en las lecturas sobre psicología (Freud, Jung, Alber Ellis...) y filosofía (clásica, contemporánea). De Occidente (la cultura propia) a Oriente (buscando ampliar horizontes) hay sólo un paso. Aunque para ser (más) exacta, lo que me hizo entrar de lleno de la filosofía oriental no fueron tanto las inquietudes intelectuales como las físicas.
Aficionada y practicante de las artes marciales (kárate, aikido), el zen se presentaba como una herramienta interesante para transcender límites físicos y mentales.
Las artes marciales me abrieron las puertas a otro mundo y el zen me ayudaba, de alguna manera, a transcenderlos todos.
Y entonces apareció en mi vida otra forma diferente de meditación, que hablaba de sutra y tantra, que me ayudaba a observar, contemplar mi mente, identificar los pensamientos que gobiernan mi vida, sin juzgarlos, identificar los que me ayudan y los que sabotean mis objetivos.
Con la meditación budista (kadampa) empecé a conocer mi mente en profundidad y a aprender a usarla.
Más allá de mis juegos de transcendencia, de mis experiencias gozosas en la meditación de vuelo libre, entonces empecé a interesarme por la concentración, para aprender a tomar las riendas de mi propia mente. Y comencé a saborear pequeñas degustaciones de eso que llaman libertad -da igual las circunstancias, no importa las condiciones externas.
Para qué me sirve el budismo? Para aprender a conocer mi mente y a utilizarla, en mi propio beneficio y en el beneficio de los demás.
Y qué me enseña el budismo? Entre otras cosas, he podido ver con claridad cómo pasamos la vida cambiando las condiciones externas para estar mejor, para ser más felices. Aprendemos, estudiamos, trabajamos, cambiamos de trabajo, de pareja, de ciudad... Como corriendo detrás de una zanahoria que nunca llegas a alcanzar, porque es una mera alucinación. Nunca llegas a puerto donde encontrar una experiencia de paz estable, profunda y duradera. En lugar de eso, no hay que esperar mucho tiempo para que vuelva a aparecer la decepción, la insatisfacción y la frustración que te conducen a una nueva búsqueda externa, que tampoco acaba de funcionar. Y eso ha llevado a decir a much@s especialistas que “la felicidad no existe”. No más que meros instantes, meros relámpagos de paz.
Y sin embargo, much@s otr@s especialistas (budistas, entre otr@s) nos dicen que sí, que sí existe. Pero ahí no la vas a encontrar. No en ese cajón.
Y no es que l@s psicólog@s y filósof@s al uso nos engañen, es que simplemente hablan de lo que conocen, y ese estado apacible profundo y duradero nadie lo va a encontrar en las condiciones externas.
Porque es un estado mental. O, si quieres, una experiencia interna, que sólo puedes generar dentro. Y si consigues hacerlo, y estabilizarlo, ahí estará. Como decía Kavafis, “allá donde vayas, la ciudad va contigo”. Y si la ciudad interna que has creado es un oasis de paz, da igual si llueve o hace sol, si te toca la lotería o te quedas sin trabajo; da igual incluso si enfermas o mueres.
No busques la felicidad fuera porque ahí no vas a encontrarla. Créala dentro, estabilízala, y reside en ella.
Ahora podrías plantearme: pero esto es muy fácil de decir y no tanto de conseguir. Cómo lo hago?
Ésta es la segunda cosa importante que descubrí en el budismo.
La primera (recuerda): que me he pasado la vida buscando la felicidad fuera y ahí no la voy a encontrar, sino que tengo que generarla dentro.
La segunda: que me he pasado la vida buscando satisfacer los deseos del “yo” que me gobierna, protegiendo sus intereses, luchando por ellos, compitiendo. Y de esta manera, nunca he (ha) tenido ni tendrá bastante.
Desde la actitud y la mirada egocéntrica sólo consigo experiencias de segregación, competitividad, miedo, enfados, apegos que duelen y hacen sufrir a los demás.
Por qué no probar otra manera de vivir?
La alternativa es cambiar la mirada, conectarme, igualarmeprimero -todos los seres no son meros “él” o “ella” sino otros “yo” que también desean ser felices y quieren evitar el sufrimiento; y a veces se equivocan y sufren y hacen sufrir, exactamente igual que yo. Cambiarme después (prueba a ponerte en sus zapatos y desear su bienestar). Finalmente desaparecer. Le llaman la sabiduría de la vacuidad.
Por qué no probar otra manera de vivir?
La alternativa es cambiar la mirada, conectarme, igualarmeprimero -todos los seres no son meros “él” o “ella” sino otros “yo” que también desean ser felices y quieren evitar el sufrimiento; y a veces se equivocan y sufren y hacen sufrir, exactamente igual que yo. Cambiarme después (prueba a ponerte en sus zapatos y desear su bienestar). Finalmente desaparecer. Le llaman la sabiduría de la vacuidad.
El budismo te enseña a estimar a los demás de una manera muy especial, sin apego. Y sin dolor. Porque si amas no sufres, y si sufres no amas. Científicamente probado.
Te enseña a ser libre, liberad@ de las cadenas del egocentrismo caprichoso y ruin.
En este blog, comparto con quienes quieran leerlo (y compartir) las experiencias de una estudiante budista; sus descubrimientos, conceptuales primero (de comprensión intelectual), y sus efectos en la práctica. Las dificultades a veces. Los milagros.
Las conquistas. Los errores. Las transformaciones.
Las conquistas. Los errores. Las transformaciones.
Éste es el blog.
*Descripción del excelente blog Reflexiones de una Estudiante Budista que puedes leer aquí.
la conciencia de lo efímero. (II)
... Prende la luz. Acércate. Ya es tarde.
Ya es tarde. Se hizo tarde. Ya es muy tarde.
Abre la puerta. Hay tiempo. Hoy es mañana.
Dame la mano. No se ve. No hay nadie.
No hay nadie. Sólo nada. Es el vacío.
O es el lodo que sube y nos envuelve
para volvernos polvo de su polvo.
Crítica de la Poesía (fragmento)
(La perra infecta, la sarnosa poesía,
risible variedad de la neurosis,
precio que algunos pagan
por no saber vivir.
La dulce, eterna, luminosa poesía.)
Digamos que Amsterdam, 1943.
El agua vuelve al agua.
Qué inclemente
caer del agua sobre los canales.
A lo lejos
un silbato de fábrica.
Entre sábanas, roto, envejeciendo
está el periódico:
la guerra continúa, la violencia
incendia nuestros años.
Bajo tu cuerpo y en tu sueño duermes.
¿Qué será de nosotros? ¿Cuándo y dónde
segará nuestro amor el tajo, el fuego?
Se escucha la respuesta:
Ya llegaron.
Me voy, no te despiertes:
los verdugos
han tocado a la puerta.
Los Amores
4
El tronco de aquél árbol en que un día
inscribí nuestros nombres enlazados
ya no perturba el tránsito en la calle:
ya lo talaron, ya lo hicieron leña.
6
Si supieras mi amor, lo que es ir caminando
por la avenida Juárez a las doce del día
y creer encontrarte en las mujeres
que pasan a mi lado, tan lejanas
como tú de mis ojos y mi vida.
Transfiguraciones
Mundo sin sol
lavado por la lluvia.
La luz recobra el aire.
Es transparencia.
Un minuto se enciende
-y cae la noche.
José Emilio Pacheco.
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