Todavía recuerdo
la maravilla por la vida,
por los pequeños detalles
que sentía de pequeño
de la mano de mi padre.
Esos andenes inmensos
esos hangares monolíticos
donde alegremente recibiríamos
los transportes del futuro.
Todavía recuerdo
las tiendas inmensas
con su gente definitiva
limpia
inmaculada
y sus discursos panegíricos.
Recuerdo cuando la verdad
de los hombres
era una verdad fresca,
perfecta y concluida.
Recuerdo esa novedad
y esa esperanza
recorriendo todo suavemente
como la luz de la mañana.
Recuerdo los procesos
los mecanismos de la vida
las técnicas y el conocimiento
los recuerdos transparentes
claros
y también definitivos
como tu presencia
que se ha ido.
Carlos Reyes López