Del deseo surge el dolor, del deseo surge el miedo,
pero aquel que se libera del deseo, no tiene dolor
y ciertamente no tiene miedo.
La mente lo es todo, te conviertes en lo que piensas.
Buddha
Para los que llegan a las fiestas...
Para los que llegan a las fiestas
ávidos de tiernas compañías, y encuentran parejas impenetrables y hermosas muchachas solas que dan miedo —pues no uno sabe bailar, y es triste—; los que se arrinconan con un vaso de aguardiente oscuro y melancólico, y odian hasta el fondo su miseria, la envidia que sienten, los deseos; para los que saben con amargura que de la mujer que quieren les queda nada más que un clavo fijo en la espalda y algo tenue y acre, como el aroma que guarda el revés de un guante olvidado; para los que fueron invitados una vez; aquellos que se pusieron el menos gastado de sus dos trajes y fueron puntuales; y en una puerta, ya mucho después de entrados todos, supieron que no se cumpliría la cita y volvieron despreciándose; para los que miran desde afuera, de noche, las casas iluminadas, y a veces quisieran estar adentro: compartir con alguien mesa y cobijas o vivir con hijos dichosos; y luego comprenden que es necesario hacer otras cosas, y que vale mucho más sufrir que ser vencido; para los que quieren mover el mundo con su corazón solitario, los que por las calles se fatigan caminando, claros de pensamientos; para los que pisan sus fracasos y siguen; para los que sufren a conciencia, porque no serán consolados, los que no tendrán, los que pueden escucharme; para los que están armados, escribo. Rubén Bonifaz Nuño de Los demonios y los días. |