Por la luz amarilla y geométrica que entraba por la ventana de mi infancia y me demostraba que el mundo era un lugar tranquilo, por aquellos andenes inmensos por donde llegaban esos trenes modernos con asientos verdes, cuando todo era nuevo y el progreso llegaba tocando a todos, cuando los esfuerzos de los hombres eran titánicos y sus obras demostraban que la grandeza de la vida no tiene límites, por esos viajes familiares olvidados en carreteras extranjeras, por ese camino, por esos arboles, por ese sol y por esa lluvia, por todo eso vale la pena vivir. Por ese tiempo y ese desmadre con los amigos, por Charlotte sometimes de The Cure, por Pyramid song and How to disappear completely de
Radiohead, Cosmonaut de At the drive in y Passive de A perfect circle, por todo el grunge, el buen happy punk y el amado rock alternativo, por el cine comercial pero efectivo de Robert Zemeckis, por los poetas muertos, por el sentirse completamente enamorado y saber que se es correspondido, por ciertas tardes en que la vida parece detenerse, por la cosquilla incierta de la espera, por Gloria cuando tenía 19 años, por el camino del conocimiento, la razón, el sentido común y la satisfacción de recorrer el trayecto, por el amor de Maga y Carlos, por la eliminación de las zonas erróneas, por la escritura y los buenos libros, por algunas líneas de algunos poemas, por el beso de Judith en mi mano antes de irse, por las manos y los ojos dulces de mi abuela, por la complicidad con ciertas personas, por el amor de mis mujeres, por la sorpresa y la ternura y el dolor del Evangelio segun Jesucristo de Jose Saramago, por Saramago mismo, por Rulfo, Shakespeare, Kundera, Sabines, por la lucidez de Bertrand Russell, por la poesía de Octavio Paz, por jugar Ridge racer type 4 con música de fondo, por esas compras un martes a las 8:30 de la noche en aquel supermercado que quedaba a 30 metros de la casa, acompañado de Sofi y Gloria, cuando el mundo era perfecto, por aquel viaje a Acapulco con ellas dos, por el mar que es todo presencia en la vida de los hombres, por jugar crash carreras, por todo eso vale la pena vivir. Por Elliott Smith, Pearl jam, Tool, The mars volta, por Dorina y Abel de Real de Catorce. Por coleccionar la mosca en la pared y un chingo de libros, por el humor, por toda la ternura y la belleza que a veces aparecen en el mundo, por el humanismo, el agnosticismo, el escepticismo, el socialismo democrático, por el anti-consumismo, por el budismo, por la bondad hacia los animales, por no creer en nada ni en nadie al cien por ciento, por la esperanza de los días por venir, por las buenas personas que hay en el mundo, por The fight club, Blade runner y Good will hunting, por ciertas películas de Woody Allen, por el amor, por la pasión y el sexo, (pero no por el deseo), por aquella noche que es todas las noches, por aquella bandera que bailaba entre dos vientos silenciosos, por ver películas o doctor House o Family guy o The Simpsons echado en mi cama, por leer en el transporte público, por el grito barbárico que cargo en la palma de mi mano, por la alegría por la vida que a veces sale del corazón, por Sofi, por Sofi, por Sofi, por Sofi y por Sofi, por el amor que me tengo a mi mismo, por todo eso vale la pena vivir.
(***) Nota aclaratoria que tal vez echa a perder el post pero que es necesaria:
Creo firmemente en la belleza y el gran valor de todas las cosas arriba mencionadas, creo que todos nosotros tenemos nuestros pequeños tesoros, pero también creo que para vivir una vida satisfactoria y feliz lo único que necesitamos es nuestra propia voluntad, es decir, no debemos depender de las circunstancias externas para tener una existencia plena, tú decides lo que piensas y tu elijes como sentirte, tu eres el propio constructor de tu bienestar, tu y nadie más, a partir de ahi puedes ir a buscar lo que te plazca, puedes ir a construir el universo.
Sí llegaste leyendo hasta aquí, gracias por tu paciencia, ja!
